Tres niñas africanas

Tardamos mucho en ponernos de acuerdo sobre cuál sería nuestra primera reseña… El Hada Viajante quería comenzar en un país lejano, y Cía quería que las protagonistas fuesen niñas… Al final elegimos a Anna Hibiscus, Handa y Farafina. Tres niñas creadas por tres mujeres: Atinuke, Eileen Browne y Anne Wilsdorf respectivamente.

 

Tres niñas que nos brindan una imagen positiva de «África» de las distintas «Áfricas» de donde provienen. Anna Hibiscus tiene una familia de clase media y vive en una gran ciudad. La primera vez que leímos su cuento, sus dibujos nos llevaron a África Occidental: Senegal, pensamos sin darnos cuenta, y eso a pesar de que la autora quería reivindicar «amazing Africa» sin localizar en un país o ciudad concreta a sus protagonistas. Handa, Nandi en la traducción al castellano, es una niña campesina que vive en una aldea luo de Kenya, África del Este, en una zona de sabana. Mientras que Farafina también vive en una aldea, pero esta vez en una zona de selva, y leyendo sobre la vida de su autora, podemos pensar que se inspiró en las aldeas del África Central, de los dos Congos y de Angola, que conoció de niña…

En las tres ocasiones los libros nos invitan a dejarnos sorprender por las vidas de otros, a dejar nuestro punto de vista etno- (y euro-) céntrico y pensar no solo en las diferencias sino en aquello que compartimos con sus protagonistas. Anna Hibiscus tiene una familia de clase media y cosmopolita, y se siente feliz con los suyos; Handa prepara y lleva un regalo a su mejor amiga; y Farafina no es «la negrita adoptada» por una familia occidental sino la que consigue que sus padres adopten al «bebé blanquito» que acaba de salvar.

El trasfondo de las historias es muy diferente en cada caso. Anna Hibiscus nos ayuda a hablar de nuestros sentimientos, de cómo expresamos nuestras emociones y con quiénes las compartimos. El libro de Handa ofrece muchos recursos didácticos -no es casualidad que sea el que más se ha utilizado en educación infantil y primaria: para aprender nuevas frutas y animales de la sabana, para contar, para comprender la lógica de la «sorpresa», para reflexionar sobre vidas muy diferentes a la nuestra… Y la intrépida Farafina nos hace reír. El humor va unido a que se exageren algunos detalles y situaciones africanas: las familias numerosas, la cuna que hacen al bebé, los peligros de la selva, lo que, hasta cierto punto, podría reforzar nuestro imaginario occidental sobre África, pero también nos engancha, y hace que conectemos con la historia. Ademas, sí, en África también se ríe, y mucho.

No solo eso: da gusto pasearse por la diversidad de estilos en las ilustraciones de los tres libros: las tiernas y cercanas de Lauren Tobia, las realistas y jugosas Eileen Browne y las divertidas y llenas de color de Anne Wilsdorf. Y además, tenemos tres protagonistas femeninos «potentes»: que tienen iniciativa, que son buenas amigas, que caminan solas, que hacen regalos, que se sienten parte de sus familias, intrépidas y capaces de conseguir lo que quieren. ¿Pensabais que ese tipo de niña no tenía cabida en África? ¡Pues son mucho mejores que muchas de «nuestras» princesas!

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